“Un día fui detenida y torturada por policías mexicanos. Me torturaron físicamente, psicológicamente y sexualmente. Luego me acusaron de un crimen que yo no cometí… Esas mismas autoridades están ahora impidiendo mi libertad, me están negando la justicia. Por eso necesito su ayuda: las autoridades deben saber que el mundo los está viendo”, este es un fragmento de la carta de Yesenia Armenta que Amnistía Internacional (AI) publicó en el 2015.
Yesenia lleva casi cuatro años en prisión en Sinaloa; se le acusa de haber asesinado a su esposo Alfredo Cuén Ojeda; sin embargo, la única prueba que tienen en su contra es un documento que ella firmó vendada de los ojos, luego de haber sido violada, asfixiada y colgada de los pies por policías locales durante 15 horas.
“Le amarraron los pies y desnuda la colgaron”
El 10 de julio del 2012 inició la pesadilla. A las 7:30 am, Yesenia y su hermana se dirigían al Aeropuerto Internacional de Culiacán para dejar a Patricia Cuén, su cuñada; de la nada se les atravesó un vehículo del que descendieron dos hombres vestidos de civiles.
Posteriormente, tanto a Yesenia como a su hermana, las pasaron a otros dos vehículos; en éste, le vendaron los ojos y esposaron los ojos, y luego de un “paseo” llegaron a un lugar donde la torturaron, así lo narró la acusada al Frente Cívico Sinaloense en agosto del 2012.
Armenta Graciano señaló en la confesión publicada en el noroeste.com.mx que “varias veces y con los ojos vendados le pusieron una bolsa de plástico en la cabeza, dificultándole la respiración y le golpeaban las piernas cuando se doblegaba”.
“Me pegaban patadas, me decían: ‘párate derecha’ yo rezaba mucho a Dios y alguien me gritaba: 'no le reces a Dios, rézale a Satanás, él es tu aliado'… Después de la asfixia… procedió una agresión más: pedirle se despojara la ropa… Desnuda, la tiraron al suelo, la envolvieron en una cobija… Inmovilizada y con los ojos vendados, le colocaron una especie de esponja o trapo en la cara y empezaron a echarle de manera sistemática chorros de agua: ‘sentí que vomitaba agua, que el agua me salía por los oídos y por la nariz…”.
“…Después le amarraron los pies y desnuda la colgaron… Comenta que le dijeron que la iban a violar… Escuchaba el sonido de una motosierra, con la cual podían cortar su cabeza. Cuando la cuelgan sintió que muchas manos le empezaron a tocar su cuerpo y fue agredida sexualmente por ambas partes”.
“Horas después de tortura, con los ojos vendados la hacen firmar una declaración, cuyo contenido no supo qué era”, concluye el artículo titulado “No le reces a Dios, rézale a Satanás”.
“Jamás pensé salir viva de ese lugar”
De acuerdo a una nota del diario Noroeste (12 de julio del 2012), la Procuraduría General de Justicia de Sinaloa informó que Yesenia “confesó haber pagado 85 mil pesos a una célula delictiva para asesinar a su esposo”; agrega que la pareja estaba en trámites de divorcio y que ella buscaba cobrar el seguro de vida de su esposo. Asimismo, el Procurador descartó que el móvil de la muerte del exfuncionario de la Universidad Autónoma de Sinaloa estuviera relacionado con su hermano, Héctor Melesio Cuén Ojeda, excandidato al Senado, quien un día antes de la ejecución había perdido en las elecciones a dicho puesto.
De acuerdo con estudios periciales y forenses practicados por Amnistía Internacional, Yesenia sí fue torturada. La investigadora del organismo, Madeline Penman, señaló en el 2015 que “fue torturada gravemente (física, psicológica y sexualmente) por servidores públicos de Sinaloa… Varios exámenes médicos forenses realizados a Yesenia Armenta Graciano, los cuales se rigen bajo el estándar internacional que se llama “El Protocolo de Estambul” -un examen médico forense para comprobar señales de tortura- salieron positivos por tortura”.