Crisis económica, inflación y corrupción endémica: Brasil es un "caos", pero aún así este gigante sudamericano atrae la inversión extranjera.
Sobre todo ahora que será Michel Temer quien deberá asumir las riendas de Brasil si, tal como indican los pronósticos, la presidenta Dilma Rousseff es destituida del poder.
Lo cierto es que los fondos de inversión internacionales, fabricantes de automóviles y mineras ven en la mayor economía de América Latina un mercado de 200 millones de consumidores y un fácil acceso a las materias primas.
"A pesar de sus problemas, es un país que es demasiado grande para ignorar", señaló Joao Augusto Neves de Castro, director encargado para las Américas de la consultora Eurasia Group.
"El costo de hacer negocios es muy alto, pero una vez que apuestas por el largo plazo, se gana mucho dinero", aseguró.
China ha sido el principal inversor en Brasil este año, con unos 4.000 millones de dólares invertidos en activos, según la agencia de noticias financieras Bloomberg.
La Inversión Extranjera Directa (IED) alcanzó los 64.700 millones de dólares en 2015, según la conferencia de Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo. Y para 2016 el Banco Central de Brasil revisó al alza su pronostico de IED, en 70.000 millones de dólares.
Sin embargo, no todo es color de rosa.
Con el desempleo en niveles récord, la inflación rozando los dos dígitos y un gigantesco déficit fiscal, la economía brasileña se contraería otro 3,27% este año, según el último reporte del Banco Central en base a operadores del mercado, que muestra una mejora suave de las expectativas.
"Es un caos", opinó Mark Weisbrot, codirector del Centro para la Investigación Económica y Política, con sede en Washington. "Hay un gobierno de legitimidad dudosa que redobla la apuesta por políticas económicas que han fracasado completamente", afirmó.